Tuesday, 17 September 2024
Análisis Político Honduras Opinión

Los Gritos Ignorados de David Chávez en el Desierto Político Hondureño

Hace tan solo 15 días, David Chávez optó por un autoexilio, huyendo de la justicia hondureña y utilizando las redes sociales como su altavoz en el desierto político. Sin embargo, sus críticas agudas hacia el sistema de justicia de Honduras revelan una hipocresía que no puede ser ignorada. Chávez parece olvidar que el actual gobierno utiliza las mismas herramientas antidemocráticas que él mismo disfrutó durante la administración de Juan Orlando, gozando de inmunidad ante actos deshonrosos.

Durante los oscuros días del gobierno de Juan Orlando, se nombraron fiscales a dedo, se obstaculizó el acceso a sesiones virtuales a la bancada de Libre durante la pandemia de COVID-19, se redactaron leyes a medida para proteger a miembros del gobierno señalados por corrupción, y se manipularon las instituciones judiciales en favor del poder establecido, incluso desmantelando la MACCIH para operar con total impunidad.

En ese momento crítico para la democracia hondureña, la ausencia de voces valientes dentro del partido nacional fue notoria. Todos guardaron silencio, aprovechándose de un sistema corrupto para su propio beneficio. Ahora, el nuevo gobierno repite las mismas prácticas, teniendo en sus manos la libertad de muchos implicados en actos corruptos del pasado.

Chávez, desde su exilio, exige lealtad a sus compañeros de bancada, pero estos, preocupados por su propia supervivencia y evitar la cárcel, optarán por ignorarlo. La corrupción es un arma de doble filo que la clase política hondureña maneja con maestría, y líderes como “Papi a la Orden” están siendo utilizados como peones en el tablero de intereses del Clan Zelaya.

La propaganda del gobierno se dirige ferozmente contra figuras como Salvador Nasralla, un político no manchado por la corrupción, pero peligroso para los intereses del Clan Zelaya. La corrupción en Honduras sigue siendo un instrumento político, y el país parece atrapado en un ciclo interminable de oscuros intereses y manipulación.

David Chávez se encuentra más solo que nunca, y su legado, como el de muchos políticos corruptos, parece desvanecerse en la lejanía. Mientras tanto, el Clan Zelaya recluta más fichas de la oposición para consolidar su poder, debilitar las alternativas políticas y fortalecer la política del partido único.

Honduras, desde el golpe de Estado, ha experimentado una creciente violencia política. Ahora, los ataques a la democracia y al Estado de derecho se suceden bajo la máscara de modificaciones legales, todo en nombre del bienestar del pueblo. La iniciativa de la reelección y un supuesto referéndum para cambiar la constitución parecen ser las próximas amenazas a la soberanía popular, un juego peligroso en el que la transparencia es solo una ilusión. El futuro de Honduras parece sombrío, condenado a otra etapa oscura de dictadura, esta vez impulsada por un clan familiar oligárquico. Los gritos de David Chávez en el desierto político hondureño no son solo una expresión individual, sino un eco de la preocupación generalizada de una población atrapada en las garras de la corrupción y la manipulación política.

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